Todos hemos tratado con personas que son puntuales en sus vidas. Tienen su día bastante ordenado. Planifican su día de manera que parecería se contabiliza cada minuto (y quizá sea así). Ellos, son un ejemplo de que la puntualidad es el hábito de hacer las tareas en tiempo y que, en consecuencia, el día permite hacer muchas actividades de forma efectiva y eficiente. La puntualidad se adquiere con disciplina y práctica, comienza desde la formación básica y por supuesto se refuerza durante la etapa académica, hasta que se vuelve indispensable y un hilo conductor en la etapa profesional.

Cierto día, me encontraba tomando un curso extraacadémico, el cual comenzaba a las 8am. Si bien no era un horario de madrugada, tampoco era el más vespertino. Durante la primera clase, el comentario inicial del docente del grupo fue: “―a él que llega tarde, no se le puede confiar nada―”, con esto informaba al grupo que la tolerancia para esperar a iniciar la clase era “0 min”. Insistía en que, cada minuto vale y, que la inversión de tiempo y costo que hacíamos por el curso no debería perder valor simplemente porque teníamos que esperar al compañero que “llega un poco retrasado”. Obtener la mayor rentabilidad, incluía aprovechar los tiempos completamente, al máximo.
Dejando fuera si dentro de las buenas prácticas docentes debemos otorgar tolerancia, lo cierto es que era un mensaje muy claro; se acordó colectivamente atender la regla de clase para el grupo, “iniciaríamos en punto”.
Al segundo día pasó, alguien llegó tarde. Una persona entró, tocó la puerta y solicitó permiso para acceder al aula. Llegó aproximadamente veinte minutos retrasada. El maestro se limitó a asentir con la cabeza otorgando un gesto confirmatorio de permiso a tomar asiento. Iba bien hasta ahí, sin embargo, la persona se justificó con el docente al ver la desaprobación por el retraso y dijo: “―disculpe, vengo de lejos―”. El profesor regresó la mirada y señalo a otro compañero diciéndole: “―usted, también viene de lejos y llego puntual, ¿no? ―”. No había mucho que discutir.
Refiriéndome en específico a la cultura mexicana (y me atrevo decir que en buena parte de la cultura latina), un cierto grado de impuntualidad está inclusive tolerada. Generalmente las reuniones consideran un tiempo de espera antes de iniciar (hay quién incluso en invitaciones sociales adicionan minutos a la hora real, con la intención de que lleguen los invitados puntuales), las juntas de trabajo otorgan minutos para que “se conecten los que faltan” y otras tantas prácticas que buscan evitar o, al menos disimular el atraso. El punto es que, en el colectivo de la sociedad, se consiente en cierta medida el esperar al que no llega en tiempo.
Ahora bien, refiriéndonos específicamente a la forma en que se adquiere esta conducta, podemos considerar que se aprende a temprana edad. Dicha conducta, otorga a los niños ventajas que necesitan en la vida y, en consecuencia juega un papel relevante en el aumento de su éxito académico y profesional. Los profesionales y los adultos aceptan la puntualidad no solo porque es un rasgo diferenciador del colectivo, sino también porque les permite vivir una vida organizada que vale la pena emular. La puntualidad otorga estabilidad, seguridad y confianza en sí mismos, cualidades que genera niños seguros y en consecuencia profesionales confiables, puntuales.
Un estudiante puntual obtendrá respeto y aceptación de la escuela, la familia, sus maestros y de la sociedad. Serán reconocidos por sus padres, maestros y compañeros; siendo seguro que se convertirán en ejemplos que otros buscarán imitar.
Dicha conducta generalmente se fortalece de la mano con la edad, la experiencia y las características y rasgos de la personalidad profesional, siendo entonces la puntualidad una conducta que se asocia a responsabilidad, seriedad y madurez. Por lo anterior, algunas razones por las que enfatizar a los estudiantes la importancia de la puntualidad desde nuestra trinchera de docentes son:
- Muestra integridad y confianza
Si el estudiante prometió estudiar algo o completar una tarea antes de tiempo (por cualquiera de los motivos académicos que corresponda), pero no pudo hacerlo, entonces esencialmente ha roto la promesa y compromiso con el docente y por tanto falta a su integridad. Por otro lado, si entrega la tarea a tiempo, entonces el maestro de clase y compañeros perciben a alguien responsable.
Las personas creen en quien demuestra ser confiable. Por lo cual, los estudiantes puntuales serán vistos como más responsables y confiables (destacando del resto), otorgándoles más responsabilidades con la seguridad de que manejarán bien la encomienda.
- Se construye confianza
Ser puntual no solo genera confianza a los demás, también el estudiante desarrolla su confianza desde lo individual. Cuando las personas dependen del compromiso del estudiante, dan más tareas; entonces el estudiante reconoce que le han depositado confianza directa, aumentando la confianza personal para manejar tareas más complejas.
- Agudizar la disciplina – es una vía al éxito
La puntualidad es sólo uno de varios modos de lograr una vida disciplinada. Eliminar pereza, procrastinación y actitudes negativas de vida son resultados logrados a partir de mantener una constante de puntualidad en todas las actividades diarias, es decir, se genera una reacción positiva en cadena en otros aspectos de la vida.
Como docente, ¡predique con el ejemplo!
Asumiendo que un principio de la educación es predicar con el ejemplo, todos sabemos que los niños imitan los comportamientos de los adultos, cuanto más los adolescentes que están en etapa constructiva de la personalidad y que decir de universitarios que encuentran en docentes nuevas perspectivas de desarrollo y estilo profesional. Por lo que se debe compartir el mensaje con el claro ejemplo, siendo puntuales. Con independencia del nivel educativo que se imparta, el docente es un ejemplo a seguir y un influencer nato de los estudiantes.
Contar experiencias por la impuntualidad es un buen modo, comunicando en términos claros que el tiempo es valioso y una vez que se pierde, se pierde para siempre. Es seguro que esto generará en ellos un sentido de respeto por el tiempo. Debe comunicarles las consecuencias de hacer algo tarde o retrasarlo. Sensibilice sobre el valor que tiene ser puntual en la profesión. Explique que las personas con puntualidad son vistas con integridad y son consideradas para tomar mayores responsabilidades, tanto en la escuela como en lo profesional.
En conclusión, sea puntual
Dejemos las excusas, sea puntual. Si bien ya se ha dicho y escrito in extenso sobre la evidente importancia de la puntualidad, ser impuntual siempre se ve como una posible red flag por varias razones. En específico, el éxito de la etapa académica, profesional y en la vida misma depende en última instancia, de tener una formación sólida, algo que solo se obtiene a través de la puntualidad en la vida, de ser responsable con los compromisos en tiempo y forma.
El estudiante puntual asegura que no se perderá ninguna parte de los contenidos, así resultará más fácil terminar sus actividades a tiempo y, por lo tanto, generar éxito en su carrera; siempre obtendrán éxito en sus estudios.
Ya seas profesional o estudiante, si tú aun no eres puntual o “tan puntual como quisieras”, comienza planificando todo con antelación y, ten claridad de lo que quieres como objetivos de vida, buscando un enfoque y una visión a largo plazo. Trabaja para lograrlo, por difícil que sea. Las mejores personas en el campo de los negocios, los deportes, la política y las artes siempre son puntuales. El hábito de hacer las cosas en el momento adecuado, en un día determinado es ser puntual, sinónimo de éxito.
Y tú, ¿qué tan puntual eres?
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